Hoy te escribo sin un motivo aparente… pero constantemente lo hay. Como sueles decir, siempre existe un motivo para poder sonreír. Continuamente hay una razón para gritar de felicidad; y esa razón, hoy, eres TÚ.
Me he dado cuenta de que nunca es suficiente decirte lo que te amo. Todos los sentimientos que en mi evocas… Reboso felicidad por cada poro de mi piel.
Pero también sé que no todos los momentos son perfectos. A veces hay disputas, pero no importa, pues se sellan con una mirada y un beso.
Y tengo que agradecer al destino que haya entrelazado nuestros caminos; pues aunque no es fácil, encontrar a esa persona que te haga brillar tanto o más como el Sol tras la tormenta, yo lo he conseguido.
Y yo le encontré, te encontré, al perfecto amante. Al perfecto amigo. Al perfecto compañero. Le encontré a ÉL. Te encontré a ti.
Y sé que tampoco es sencillo hallar a alguien con quien compartir un amanecer y no tener que decir nada… y a la vez, decir todo.
No, no es fácil reír al mismo tiempo y de la misma cosa y pensar: “Esto es una locura, esto no es real”
Quizás no sea lógico, pero yo sé que a veces el Sol se esconde tras una gran tormenta y a veces no nos atrevemos a verlo, o ni si quiera queremos verlo.
No es racional creer en los tréboles de cuatro hojas, pero hazlo, pues nunca sabes cuál te dará esa esperanza de seguir.
Quién te dará esa chispa de magia que tu vida necesita.
Quién te dará esa chispa de magia que tu vida necesita.
Y hoy, a pesar de todas las incertidumbres que rondan mi cabeza, solo tengo una verdad, una realidad. Y es que me gusta saber que tú también sabrás barajar cada segundo, desordenar los naipes del destino y sacar un as detrás de otro hasta lograr que cada instante sea un póker PERFECTO.
Gracias. TÚ Y YO, JUNTOS ganaremos la partida al día a día, a la rutina, apostando “rien ne va plus” por nuestro amor.