En ese oscuro jardín la voz se difumina, los sentimientos se evaporan al ritmo de los latidos de un corazón, las palabras pierden el sentido; la tinta de mi pluma, vaga entre el perfume de las rosas.

Y entre todas las rosas, ahí se encuentra la más singular, una rosa negra, que aprendió a ser diferente, a sobrevivir entre espinas y sin corona de laureles. Como un ifrit sin deseos para cumplir.

jueves, 10 de mayo de 2012

pequeños monstruos

Cuando somos niños, nos asustan los monstruos que se esconden dentro del armario, el hombre del saco, el coco...
Pero cuando te haces mayor, esos monstruos no desaparecen simplemente cambian tomando otro aspecto, pero siguen estando ahí. Son esos que nos hacen tener miedo hasta de nosotros mismos, nos hacen arrepentirnos, sentir soledad...
Seguimos teniendo miedo a la noche, a pesar de que hemos crecido; pues al igual que nosotros nuestros miedos crecen a nuestro lado.
¿La solución? no la sé, a veces cerramos los ojos, fuerte, muy fuerte y tratamos de dormir y evaporarnos/los (a nosotros y a nuestros problemas) como el agua en el desierto.
Pero a veces somos valientes, nos enfrentamos a esos grandes monstruos que en realidad son tan pequeños que podemos soplarlos con un gran "bufido de valor".
Y entonces nos damos cuenta de que la noche, la oscuridad no es tan aterradora, pues tenemos a quien nos acompaña cogiéndonos de la mano, como cuando de pequeños nos aferrábamos a nuestros peluches.

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