Cuando somos niños, nos asustan los monstruos que se esconden dentro del armario, el hombre del saco, el coco...
Pero cuando te haces mayor, esos monstruos no desaparecen simplemente cambian tomando otro aspecto, pero siguen estando ahí. Son esos que nos hacen tener miedo hasta de nosotros mismos, nos hacen arrepentirnos, sentir soledad...
Seguimos teniendo miedo a la noche, a pesar de que hemos crecido; pues al igual que nosotros nuestros miedos crecen a nuestro lado.
¿La solución? no la sé, a veces cerramos los ojos, fuerte, muy fuerte y tratamos de dormir y evaporarnos/los (a nosotros y a nuestros problemas) como el agua en el desierto.
Pero a veces somos valientes, nos enfrentamos a esos grandes monstruos que en realidad son tan pequeños que podemos soplarlos con un gran "bufido de valor".
Y entonces nos damos cuenta de que la noche, la oscuridad no es tan aterradora, pues tenemos a quien nos acompaña cogiéndonos de la mano, como cuando de pequeños nos aferrábamos a nuestros peluches.
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